Mercurio es uno de los cuatro
planetas sólidos o rocosos; es decir, tiene un cuerpo rocoso como la Tierra. Este
planeta es el más pequeño de los cuatro, con un diámetro de 4879 km en el
ecuador. Mercurio está formado aproximadamente por un 70% de elementos
metálicos y un 30% de silicatos. La densidad de este planeta es la segunda más
grande de todo el sistema solar, siendo su valor de 5.430 kg/m3,
sólo un poco menor que la densidad de la Tierra. La densidad de Mercurio se
puede usar para deducir los detalles de su estructura interna. Mientras la alta
densidad de la Tierra se explica considerablemente por la compresión
gravitacional, particularmente en el nucleo, Mercurio es mucho más pequeño y sus
regiones interiores no están tan comprimidas. Por tanto, para explicar esta
alta densidad, el núcleo debe
ocupar gran parte del planeta y además ser rico en hierro, material con una
alta densidad. Los geólogos estiman que el núcleo de Mercurio ocupa un 42% de
su volumen total (el núcleo de la Tierra apenas ocupa un 17%). Este núcleo
estaría parcialmente fundido, lo que explicaría el campo magnético del planeta.
Rodeando el núcleo existe un manto de unos 600 km de grosor. La creencia
generalizada entre los expertos es que en los principios de Mercurio un cuerpo
de varios kilómetros de diámetro (un platesimal)
impactó contra él deshaciendo la mayor parte del manto original, dando como
resultado un manto relativamente delgado comparado con el gran núcleo. (Otras teorías alternativas
se discuten en la sección Formación de Mercurio).
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