La atmósfera de Marte es muy tenue, con una presion superficial de sólo 7 a 9 hPa frente a los 1013 hPa de la atmósfera terrestre. Esto representa una centésima parte de la terrestre. La presión atmosférica varía considerablemente con la altitud, desde casi 9 hPa en las depresiones más profundas, hasta 1 hPa en la cima del Monte Olimpo. Su composición es fundamentalmente: dióxido de carbono (95,3%) con un 2,7% de nitrógeno, 1,6% de argón y trazas de oxígeno molecular (0,15%) monóxido de carbono (0,07%) y vapor de agua (0,03%). La proporción de otros elementos es ínfima y escapa su dosificación a la sensibilidad de los instrumentos hasta ahora empleados. El contenido de ozono es 1000 veces menor que en la Tierra, por lo que esta capa, que se encuentra a 40 km de altura, es incapaz de bloquear la radiación ultravioleta.
La atmósfera es lo bastante
densa como para albergar vientos muy fuertes y grandes tormentas de polvo que,
en ocasiones, pueden abarcar el planeta entero durante meses. Este viento es el
responsable de la existencia de dunas de arena en los desiertos marcianos. La
nubes pueden presentarse en tres colores: blancas, amarillas y azules. Las nubes
blancas son de vapor de agua condensada o de dióxido de carbono en latitudes
polares. Las amarillas, de naturaleza pilosa, son el resultado de las tormentas
de polvo y están compuestas por partículas de tamaño en torno a 1 micra. La bóveda celeste marciana es de un
suave color rosa salmón debido a la dispersión de la luz por los granos de
polvo muy finos procedentes del suelo ferruginoso.En invierno, en las latitudes
medias, el vapor de agua se condensa en la atmósfera y forma nubes ligeras de
finísimos cristales de hielo. En las latitudes extremas, la condensación del
anhídrido carbónico forma otras nubes que constan de cristales de nieve
carbónica. La débil atmósfera marciana
produce un efecto invernadero que aumenta la temperatura superficial unos 5
grados; mucho menos que lo observado en Venus y
en la Tierra.
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