La
superficie de Mercurio, como la de la Luna, presenta numerosos impactos de meteoritos
que oscilan entre unos metros hasta miles de kilómetros. Algunos de los cráteres
son relativamente recientes, de algunos millones de años de edad, y se
caracterizan por la presencia de un pico central. Parece ser que los cráteres
más antiguos han tenido una erosión muy fuerte, posiblemente debida a los
grandes cambios de temperatura que en un día normal oscilan entre 623 K (350
°C) por el día y 103 K (–170 °C) por la noche.
Al
igual que la Luna, Mercurio parece haber sufrido un período de intenso
bombardeo de meteoritos de grandes dimensiones, hace unos 4000 millones de años.
Durante este periodo de formación de cráteres, Mercurio recibió impactos en
toda su superficie, facilitado por la práctica ausencia de atmósfera, que
pudiera desintegrar o frenar multitud de estas rocas. Durante este tiempo
Mercurio fue volcánicamente activo, formándose cuencas o depresiones con lava
del interior del planeta, produciendo planicies lisas similares a los mares
o marías de la Luna; una prueba de ello es el descubrimiento por parte
de la sonda MESSENGER de posibles volcanes.
Las
planicies o llanuras de Mercurio tienen dos distintas edades; las jóvenes
llanuras están menos craterizadas y probablemente se formaron cuando los flujos
de lava enterraron el terreno anterior. Un rasgo característico de la
superficie de este planeta son los numerosos pliegues de compresión que
entrecruzan las llanuras. Se piensa que como el interior del planeta se enfrió,
se contrajo y la superficie comenzó a deformarse. Estos pliegues se pueden
apreciar por encima de cráteres y planicies, lo que hace indicar que son mucho
más recientes. La
superficie mercuriana está significativamente flexada a causa de la fuerza de
marea ejercida por el Sol. Las fuerzas de marea en Mercurio son un 17% más
fuerte que las ejercidas por la Luna en la Tierra.
Destacable en la geología de Mercurio es la Cuenca de Caloris, un
cráter de impacto que constituye una de las mayores depresiones meteóricas de
todo el sistema solar; esta formación geológica tiene un diámetro aproximado de
1550 km (antes del sobrevuelo de la sonda MESSENGER se creía que su tamaño era
de 1300 km). Contiene además una formación de origen desconocido no antes vista
ni en el propio Mercurio ni en la Luna, y que consiste en aproximadamente un
centenar de grietas estrechas y de suelo liso conocida como La Araña; en
el centro de esta se encuentra un cráter, desconociéndose si dicho cráter está
relacionado con su formación o no. Interesantemente, también el albedo de la
Cuenca de Caloris es superior al de los terrenos circundantes (al revés de lo
que ocurre en la Luna). La razón de ello está siendo investigada.
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